martes, 4 de octubre de 2022

Spooky Writober 4: Pumpkin Patch Express

 

Déjame en paz. Por favor déjame en paz

Sus pasos resonaban acelerados por las solitarias calles de la ciudad. A esta hora, la mayoría de las calles y avenidas estaban repletas de gente, pero esta noche ninguno de los sitios a los que Adam había acudido para refugiarse parecía contener más de 2 o 3 personas que cambiaban de rumbo antes de que pudiera pedirles auxilio

Aaaaaaadaaaaaam Baaaaarcleeeeeey”

La voz ronca y pesada de lo que sea que fuera esa cosa le sirvió de aviso para saber que, una vez más, no se encontraba seguro. Aceleró el paso, entrando en una desviación que conocía. Por lo general solía evitarla debido a que se encontraba mayormente oscura y los ladrones y pandilleros de la zona aprovechaban esto, pero un asaltante era la menor de las preocupaciones de Adam en este momento

Aaaaaaadaaaaaam Baaaaarcleeeeeey”

Podía escucharlo detrás suyo, sus miembros moviéndose irregularmente, dejando un extraño sonido sordo a su paso mientras corría, a veces en dos piernas, con las 4 extremidades extendidas hacia afuera y encorvado como un mono y a veces a cuatro patas, como si una imitación de un gorila lo persiguiera sin descanso.

Aaaaaaadaaaaaam”

 ¿Cómo sabía su nombre? ¿Cómo diablos sabía su nombre? Adam corría atravesando el oscuro callejón, agradeciendo por primera vez su suerte al no encontrar a nadie aquí tampoco, girando a la derecha para intentar alejarse lo más posible de eso. La zona trasera de la calle daba paso libre para el chico. Solo necesitaba llegar a casa. Una vez ahí, no podría encontrarlo

¡Aaaaaaadaaaaaam!

Su voz se volvía cada vez más agresiva. Sus tallos usados a modo de piernas persiguiéndolo con torpeza, pero sin verse desalentado por los constantes choques que parecía sufrir a cada giro. El ruido de su pesado cuerpo chocando con un auto aparcado y las ventanas del mismo volviéndose añicos le explicaron al joven su situación. Esa cosa estaba cada vez más cerca.

¡Aaaaaaadaaaaaam Baaaaarcleeeeeey!

Uno de los tallos, verdes y gruesos, pareció extenderse, explicando el súbito aumento de velocidad de su propietario y golpeó la pared cercana a Adam, lo suficientemente cerca para que pudiera verlo por el rabillo del ojo mientras corría. La pared se vio dañada, sus ladrillos sin pintar soltando polvo al crearse una abolladura a causa del golpe. Un segundo tallo golpeó el pavimento de la calle a su izquierda, dejando también un bache mientras su perseguidor emitía un alarido animal que se acercaba detrás suyo. Había utilizado sus tallos para impulsarse hacia Adam.

El joven podía ver su casa delante suyo. No sería capaz de perderlo, pero tal vez podría refugiarse.

Con otro alarido, Adam pudo sentir el impacto causado por la criatura fallando su embestida y abriendo dos boquetes en la acera justo detrás de él. El aliento del monstruo era cálido, como si tuviera una vela encendida en su boca.

¡Aaaaaaadaaaaaam!

Su propio nombre resonó en sus oídos. El aire caliente quemando su nuca

Un segundo impacto golpeó la pared cercana y pudo ver al ser que lo atormentaba impulsarse hacia esta. Usando sus tallos para perforar la pared de ladrillos con una imposible velocidad, el ser humanoide corría como adherido a la pared, moviendo sus extremidades y creando adicionales si le hacían falta mientras imitaba el movimiento de una terrible araña del tamaño de un humano alto. Sus brillantes ojos amarillos y la fogosa luz proveniente de su boca proyectaron una pequeña sombra del joven mientras se aventuraba a cruzar la calle, dirigiéndose esperanzado a la puerta de su casa.

No obstante, sus movimientos no fueron suficientemente rápidos esta vez para evitar los intentos del monstruo que se abalanzó con un gruñido parecido al de uno de esos velociraptores de Jurassic Park, cayendo pesadamente sobre el muchacho, cayendo al piso y rodando por este.

Adam intentó desesperadamente levantarse, pero uno de los tallos creados por el monstruo le bloquearon el paso. Intentó nuevamente en otra dirección, pero otros dos se clavaron en el piso, creando una verde y orgánica serie de barrotes que lo hicieron desistir.

Aaaaaaadaaaaaam Baaaaarcleeeeeey”

Con el miedo nublándole la vista, Adam se giró para enfrentar a su perseguidor, aún retrocediendo mientras se arrastraba sentado en el duro piso de la calle.

Frente a él, un ser humanoide parecido a un espantapájaros retraía las extremidades extra que había creado para detenerlo. Sus piernas y brazos creadas de verdes troncos. Sus dedos eran afiladas raíces al final de cada una de sus extremidades de forma circular como garras mecánicas. Hojas grandes cubrían su cuerpo alto y delgado y hacían una especie de cuello al rededor de la base de lo que era su cabeza. Una enorme calabaza de un naranja casi fosforescente tallada como una Jack O' Lantern con una luz similar a la de una vela en su interior, creando una parpadeante luz detrás de sus ojos triangulares y la llama logrando adivinarse detrás de su nariz que presentaba la misma forma.

Caminó erguido, mirando hacia abajo al chico que respiraba aceleradamente

“Aaaaaaadaaaaaam Baaaaarcleeeeeey”

Sabiendo que era el fin, Adam cerró los ojos, resignado a su final a manos de esa terrible cosa.

Entreeeeegaaa eesssspeciaaaaaal”

Adam abrió los ojos dudoso y confundido. Delante de sí, el monstruo que llevaba casi una hora persiguiéndolo le presentaba, sostenida por nuevas extremidades fuera de proporción aparecidas de la espalda del ser, una caja de cartón de tamaño mediano con etiquetas de un servicio de paquetería que rezaba: “PUMPKIN PATCH EXPRESS”

Adam tomó la caja con manos temblorosas, haciendo al monstruo asentir con una sonrisa. Unas cuantas hojas cayeron de su sitio y, en su torso, se talló el nombre Adam Barcley a modo de firma. Acto seguido, el Jack O’ Lantern vivo, se giró sobre sí mismo, alejándose corriendo como un simio, profiriendo pequeños gruñidos y exclamando “MIIIIICHAEEEEL RIIIIILLIAN”

El joven observó a la bestia, intentando procesar lo que acababa de suceder. De pronto, una realización asaltó su mente. Él no había pedido.

La caja se sacudió en sus manos y, cuando giró a mirarla, un pequeño animal, parecido a un murciélago con dedos en las patas que debían ser sus alas, profirió un grito, asomando sus dientes por la caja abierta antes de saltar hacia él.

Spooky Writober día 4. Entrega de calabaza.

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