martes, 4 de octubre de 2022

Spooky Writober 3: Una adorable cita


Eran las 8:04 pm cuando el potente chorro del agua caliente se detuvo, dejando detrás de sí una niebla creada por el vapor. Michael salió de la ducha, secándose y enredando su toalla alrededor de su cintura, suspirando relajado tras dejar sus preocupaciones detrás, llevadas a terrenos desconocidos y subterráneos por el agua que había dejado caer sobre su cuerpo. 

Acomodó su cabello con su mano y unas cuantas gotas de agua aún atrapadas entre sus rizos se quedaron adheridas a su mano, contribuyendo a la humedad de su piel canela. La misma mano recorrió su poblada barba y elegante bigote, sonriendo ante la forma que adivinaba con el tacto.

Tomó un envase de crema facial y aplicó un poco en su rostro, extendiéndola delicadamente con ambas manos, así como un poco de aceite para su vello facial. Cepilló sus dientes, no molestándose en mirarse en el espejo y leyendo algunas de las etiquetas de sus productos de baño por mero ocio mientras la pasta dental pasaba por sus muelas, sus dientes frontales y, con especial cuidado, en sus afilados colmillos. Una vez hubo enjuagado su boca, sonrió satisfecho, escupiendo un último buche de enjuague bucal y salió del baño, sosteniendo el nudo de la toalla con su mano izquierda mientras se dirigía a su cuarto.

Una vez allí, procedió a iniciar el meticuloso procedimiento de vestirse, buscando una por una las prendas que había decidido esa misma tarde que llevaría.

El atuendo de su elección constaba de un traje de color negro conformado por pantalón, chaleco y saco. El color lo compartía prácticamente todo el resto de la selección (calcetines, zapatos y camisa) completado por una contrastante corbata de color rojo y unos brillantes gemelos de plata que presentaban la forma de un par de murciélagos.

Michael se encontraba acomodando los pequeños detalles de su camisa y corbata, cuando su teléfono, descansando boca abaja en la mesa de noche de estilo moderno mientras cargaba, vibró dos veces, llamando su atención y sacándolo del trance libre de pensamientos en que se encontraba.

Revisó la notificación que acababa de caer, sonriendo con cómplice malicia

Brenda – 8:20 pm: Buenas noches! Todo listo. En cuanto debería esperarte?

Michael – 8:20 pm: No debería tardar mucho. Te veo en 20. Te tengo una sorpresa.

Brenda – 8:20 pm: Espero con ansias.

Michael bloqueó el dispositivo, guardándolo en el bolsillo derecho del pantalón. Se aseguró de llevar todo lo que necesitaba. Su teléfono, sus llaves, su billetera… Se arregló por ultima vez el peinado, mirándose por primera vez en toda la noche en el espejo. Nadie le devolvió la mirada, por supuesto, mirando en el cristal reflejante una perfecta réplica del cuarto en que se encontraba, como si estuviera vacío.

El hombre profirió una risa, dejando al aire un par de afilados colmillos que alcanzaban con sus puntas a raspar sus dientes inferiores.

Repasó mentalmente si no tenía ningún pendiente, caminando a través de su casa de 2 pisos con estilo modernista, asegurándose que su estufa estuviera apagada y sus ventanas cerradas, un pequeño hábito de tiempos pasados, y se encaminó a hogar de su cita de la noche.

Eran aproximadamente las 8:45 pm (5 minutos tarde) cuando Michael se presentó en la puerta de la casa de Brenda. La mujer llevaba un hermoso vestido rojo que resaltaba su cabello café oscuro. Sus uñas y labios estaban pintados de la misma forma, además de llevar el pelo suelto y peinado en leves ondas. Sus zapatos igualmente rojos o eran de un tacón muy pequeño o eran bajos y en su mano llevaba un sencillo pero bonito bolso que era claramente más una decoración que un accesorio nacido de la necesidad.

Saludó con alegría a Michael, quien rápidamente le ofreció su brazo, el cual ella aceptó encantada.

Sus ojos se dispararon directamente al cuello de la muchacha, el cual lucía un sencillo pero elegante collar en la forma de una cadena dorada que, con su brillo, hacia aún más llamativa la ya de por sí clara y llamativa piel de la joven.

“Me alegra que hayamos podido finalmente realizar esta salida. Llevabas tanto tiempo cancelando una y otra vez que temí por un momento que ya no estuvieras interesado” Le dijo ella con un tono bromista, expresando con su voz una clara falta de seriedad sobre sus acusaciones, así como el deseo de que se le siguiera el juego

“Por supuesto que no querida, si eso fuera, te prometo que te lo dejaría saber en seguida”

Su respuesta le ganó un leve golpe en el antebrazo con el bolso y una risa de parte de su acompañante a la que rápidamente se unió con sincero júbilo.

Ambos presentaban una preciosa imagen, caminando sostenidos del brazo por las calles nocturnas de la ciudad, altamente iluminadas por los focos de lámparas, focos de negocios y los constantemente aleatorios faros pertenecientes a diversos automóviles que pasaban a la derecha de la pareja.

“Entonces, Michael” dijo ella tras una pausa que ambos habían disfrutado, solamente teniendo la compañía del otro y los ruidos de la silenciosa noche urbana para entretenerse, sintiendo que estos últimos sobraban pero servían como un buen escenario. Un marco conveniente para lo verdaderamente importante “¿Porqué no me cuentas un poco sobre lo que me tienes guardado para hoy?”

El chico sonrió carismáticamente, con una de esas sonrisas que le habían ganado hacía tiempo las atenciones que deseaba de todos aquellos a los que se proponía fascinar de cualquier forma. Sonrió así para la chica, mirándola por unos instantes. El color que había elegido para arreglarse esa noche resultaba inadvertidamente conveniente y presentaba una solución inmediata a varios problemas que el hombre había podido pensar sobre la empresa de esa noche.

“Ya te lo he dicho, querida. Es una sorpresa que te tengo preparada.”

“Vamos, sabes que te mueres de ganas por darme una pista y yo me muero de ganas por saber”

La elección de palabras provocó en el hombre el no poder resistir una risa que escapó sin permiso de entre sus labios

“No me atrevería a arruinarte algo que preparé tan bien, corazón, pero sí puedo decirte, solo para satisfacer las ansias de ambos, que está relacionado a nuestra cena de esta noche”

El rostro de la chica se iluminó con alegría e incertidumbre y su compañero se regocijó al notar como el desconocimiento de la mujer se mantenía al respecto de la situación. Era mejor así. Si ella no sospechaba nada, tendría menos problemas y todo podría salir de acuerdo con lo previsto.

Tardaron unos cuantos minutos en llegar al parque. En el camino habían estado riendo, bromeando y simplemente conversando amenamente, pero, al llegar aproximadamente a un par de cuadras antes de llegar a su destino, Brenda pudo notar que su acompañante se había sumido en un estado meditativo, como considerando pesadamente en algo. No podía imaginarse qué podía ser. Estaban todavía a unos minutos del lugar donde solían ir a comer y no recordaba haber mencionado ningún tema que alguno de los dos considerara sensible. El silencio no era incómodo, pero sí tenso y el ambiente que comenzaba a rodearlos, menos iluminado por la mayor falta de lámparas y la lejanía del parque del resto de la ciudad comenzaba a darle tonos siniestros a toda la escena.

Brenda no preguntó nada, pero se sumió en el mismo estado meditativo que su pareja, pensando, en su caso, qué era lo que podía haber turbado tan de repente a su cita como para haber cortado momentáneamente casi toda comunicación con ella con la excepción de algunas respuestas cortas ante sus comentarios para darle a entender que no la ignoraba.

“Me gustaría que diéramos un paseo en el parque antes de cenar” Anunció súbitamente el hombre, mirándola nerviosamente, pero intentando disimular con una sonrisa. Brenda asintió con la cabeza, sintiéndose un poco más relajada. Lo más probable era que fuera referente a la sorpresa que había mencionado. Michael siempre se ponía nervioso cuando se encontraba en la necesidad de ocultar algo. Así era como había descubierto sus ocupaciones cuando se habían conocido, después de todo.

Con esto en mente, la mujer apretó el brazo del contrario con tono tranquilizador, dirigiéndole una mirada que intentaba comunicarle que, fuera lo que fuera, estaría bien.

Por debajo de sus labios cerrados, Michael relamió sus colmillos con expectativa, dirigiendo a su pareja a través del parque, intentando recordar el camino al lugar que había elegido en las noches anteriores. Recordó lo complicado que le había sido encontrar tal lugar. Un lugar perfecto en el parque completamente oscurecido por la pobre colocación del alumbrado público, abandonado por todos menos aquellos que no buscaban ser vistos o reconocidos. Un lugar donde nada llamaría la atención hasta ser demasiado tarde. En especial una joven pareja acercándose.

Los giros que ambos daban se volvían cada vez más confusos y el de por sí extenso parque daba la impresión, engullido en las sombras de la noche, de repetirse incansablemente por kilómetros. Brenda encontraba la situación cada vez más misteriosa y su corazón latía con expectativa, por así decirlo. Se preguntaba qué la esperaría al final del recorrido, creando y descartando con rapidez miles de opciones que su mente era capaz de crear.

Finalmente, llegaron al punto marcado. Una pequeña colina natural que tenía una sola banca por lo general vacía, pero, en estos momentos, ocupada por otra pareja un poco más joven que ellos dos. Un pequeño contratiempo inesperado, supuso Brenda.

Estaban todavía a una distancia razonable de la segunda pareja cuando Michael, calculando todo mientras pensaba, decidió que era momento. Se aseguró de estar unos pasos detrás de Brenda mientras ella seguía subiendo. Se quitó el saco para que no le estorbara y se ajustó la camisa.

“Aquí es, cariño.” Anunció en voz baja. Sus afilados colmillos habiendo perdido su disfraz y mostrándose dentro de su boca tal cual eran mientras crecían poco a poco. “¡Sorpresa!” Michael sujetó súbitamente los hombros de Brenda, aprovechando la sorpresa para clavar sus colmillos en el cuello de la mujer sin darle tiempo a reaccionar más allá de proferir un grito.

El hombre, con los colmillos aún penetrando el cuello de Brenda, rompiendo piel y músculo, sonrió, comenzando a reírse levemente antes de interrumpir la mordida, dejando dos marcas circulares pequeñas en la piel que acababa de atacar. Brenda rió igualmente, golpeando suavemente a su pareja en el brazo mientras giraba a verlo

“Me asustaste, Michael”

“Tenía que cumplir con la sorpresa” Respondió él aún sin esconder los colmillos “Además, aún falta la segunda parte”

“¿Están bien?” Preguntó la voz de un muchacho de un muchacho delgado, vestido con jeans y una hoodie morada sujetando la mano de una chica un poco mayor que él con rizos rubios y ropa deportiva. Ambos miraban a la pareja con cierta preocupación “Escuchamos gritos y queríamos ver que estuvieran bien”

Brenda miró a Michael, con ojos muy abiertos, inquisitivamente. Michael asintió con la cabeza y señaló hacia adelante

“Si, si, gracias, tan solo fue una pequeña broma. No pasó nada” Respondió Brenda, girando la cabeza con una sonrisa que mostraba un par de afilados colmillos, haciendo retroceder con asombro al par de jóvenes

“Feliz aniversario, corazón” Dijo Michael, mostrando sus propios colmillos antes de, con un bufido parecido al de un gato, ambos se lanzaran, dispuestos a cenar.

 

Spooky Writober día 3. Mordida de medianoche. 

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